ACTITUD EMPRENDEDORA

Se ha comprobado que un emprendedor es capaz de detectar señales en el mercado, en su entorno y que a su vez puede trasladarlo en oportunidades concretas de negocio. Pero para hacerlo tiene que tener la motivación adecuada y la actitud apropiada.

Emprender es una actividad intencionada, por lo tanto, la actitud que manifieste el individuo que la lleva a cabo es fundamental para su consecución.
Estamos hablando de objetivos que tienen que ser alcanzables y deseables.

Alcanzables significa que el emprendedor manifestará una actitud autoeficaz, se verá a sí mismo capacitado para llevarlo a cabo.

Y deseable quiere decir que el emprendedor se mostrará proclive a la resolución de sus objetivos y a la ejecución de los mismos, porque percibe que son deseables para sí o para la sociedad.

En general, el emprendedor siempre va a mostrar una actitud optimista, perseverante y muy energética.

Y también es muy característico de la actitud emprendedora la asunción del riesgo. El emprendedor tiene que asumir unos determinados riesgos de forma medible, es decir, no son unos riesgos no evaluados, sino que tienen que ser evaluados y considerados alcanzables, pero tiene que darse cuenta de que permanentemente tiene que reinventar, renovar e innovar en su actitud emprendedora.

Y por último, también tiene que tener una cierta actitud positiva ante el fracaso. Si llega a ocurrir, hay que entender el fracaso como una lección a aprender y a utilizar para mejorar en futuras iniciativas de rendimiento.

El vídeo que os muestro ofrece  distintas versiones de la actitud emprendedora, de lo que hace especial a un emprendedor. A mí me ha llamado la atención la que hace Aitor Grandes: "Es una forma de no quedarse en la queja fácil. Es proponer soluciones a problemas cotidianos y tener la capacidad de ejecución para dedicarse a ello". De forma similar piensa Carlos Trenchs, que asegura que "en España necesitamos gente con ganas de hacer cosas, de liderar nuevos proyectos. Cada uno con su grado de ambición".